martes, 13 de abril de 2010

El sueño

¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?
Abrí los ojos, estaba en la familiar enfermería, ahora mudada al sótano, no había nadie, ninguno de mis nuevos compañeros estaba allí, el techo de la “Richard Cueva” como la habían bautizado fue lo primero que vi al despertar.
Me incorporé, me dolía mucho la cabeza, sentía como si me hubieran golpeado el cráneo con una masa. Me tomé la frente en un acto reflejo, como si eso pudiera hacer que amainara el dolor…
En ese momento me di cuenta de que no estaba sola, al lado mío estaba Richard.
-Richard… ¿Qué me pasó?
-Es un poco complicado de explicar…
-Me duele mucho la cabeza…
-Estuviste en una situación delicada, a ver… como te lo digo… tu mente quedó atrapada en la red.
-¿Qué?
-Te dije que era complicado… Candy no pudo sacarte y tuve que volver.
-¿Dónde estuviste?
-Tenía asuntos que resolver.
-Al menos podrías haberme respondido la llamada o haber contestado mis mensajes…
-¿Estabas preocupada por mí?
-Si te morís no voy a tener más trabajo… me quedaría sin sueldo, digamos que económicamente me interesa bastante que sigas vivo.
Él esbozó una sonrisa, cada vez me era más difícil seguir con esa situación, era obvio que sí me preocupaba aunque no lo dijera o intentara ocultarlo.
-Bueno, a mí sí me preocupaste, de hecho apenas Candy me contó la situación me subí al helicóptero y volví.
-¿Qué fue lo que me hicieron?
-Todavía no lo sé… pero fue algo que anuló completamente a la armadura y te desconectó de ella violentamente.
-¿Podés hacer algo para impedir que lo vuelvan a hacer?
-Hacés preguntas muy complicadas.
Me senté sobre la cama y apoyé los pies descalzos sobre el suelo, estaba frío, al instante me mareé y perdí el equilibrio, Richard me tomó de la cintura para evitar que cayera.
-¿Estás loca? Todavía no podés ponerte en pie.
Estaba tan cerca de mí, podía oler su rico perfume.
-Estoy bien…
-Sería mejor que te hicieras un favor y descansaras un poco.
Él me levantó en brazos y volvió a dejarme sobre la cama. Me puso la mano sobre la frente y me dijo:
-Tranquilizate, o me vas a obligar a sedarte.
-No harías algo así…
-Se ve que todavía no me conocés mucho.

*****

Me quedé dormida, no sé cuanto tiempo pasó, pero cuando desperté parecía que no habían pasado ni cinco minutos, no había descansado nada y continuaba el terrible dolor de cabeza.
Desde donde estaba alcanzaba a ver la armadura, brillante como siempre. Pero ahora yo no era la misma de siempre ¿podría volver a calzarme esa armadura sabiendo que podía quedar permanentemente dentro de la red? Si volvía a pasarme lo mismo quizás me quedara en estado vegetativo para siempre…
Por primera vez sentí aversión por la armadura.
Sí, yo que siempre la adoré, que no salía nunca sin ella, la armadura ya era parte de mí, cuando me conectaba ella y yo éramos lo mismo, éramos una…
-¿Estás mejor?
Richard seguía ahí, todavía no se había ido, había temido que otra vez me volviera a dejar sola.
-Todavía se me parte la cabeza.
-Eso no puede estar bien… voy a hablar con Gladis, hace ya varios días que estás así y no hay señales de mejoría…
Se lo veía muy preocupado, triste tal vez…
-¿Te vas a ir otra vez?
-Sí.
-Richard… tengo miedo…
Era la primera vez que le decía algo así, que ponía en evidencia una debilidad… Él me miró sorprendido de que se lo revelara, jamás le había dicho que tuviera miedo de nada.
-¿De qué tenés miedo Elena?
-De volver a calzarme la armadura, de que me vuelvan a hacer lo mismo, de no poder despertarme la próxima vez…
-Creo que es la primera vez que das signos de no querer morirte, supongo que eso es bueno…
-Te estoy hablando en serio, no sé si voy a volver a usar la armadura.
-Esa es tu decisión, yo no puedo obligarte a usarla, si es eso lo que querés voy a buscar a alguien más.
-¿Tan fácil vas a reemplazarme?- el tono de mi voz cambió radicalmente, el tono era de enfado ¿acaso iba a reemplazarme así porque sí?
-No puedo seguir arriesgándote Elena, ya fue suficiente.
Esas palabras me dolieron en lo más hondo, no solo me iba a reemplazar, sus ojos me indicaban que ya lo tenía decidido, y que ya había encontrado el reemplazo.
-Ya lo tenías decidido.
-Lo siento.
Las lágrimas bañaron mi rostro, el mundo que había logrado construir se caía a pedazos. Ese había sido el objetivo de reunir a ese grupo, no eran mis compañeros, ellos iban a reemplazar a Armour Woman.
-¿Ya no confiás en mí?
Él se acercó y se sentó al lado mío en la cama, con su mano secó las lágrimas que no había intentado ni por un instante reprimir.
-No es eso Elena...
Su rostro estaba muy cerca al mío…
-¿Entonces qué es?
Él se acercó más y me besó en los labios.
-¿Eso responde tu pregunta?

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